El Método utilizado surgió de modo indirecto al incursionar en la fotografía, volviéndose luego en un valioso instrumento -diría casi imprescindible- para mi investigación y búsqueda personal.
El lente de la cámara fotográfica capta infinidad de detalles que al ojo humano en una primera mirada se le pueden perder. La captación -según Read- es el proceso de enfocar un detalle particular en el campo de percepción. Así la actividad sensorial sólo puede ver y oír, pero recién pasamos a “mirar” y “escuchar” cuando nos damos cuenta, cuando tomamos conciencia. La conciencia implica la unión de la sensación con lo sentido; de este modo, una persona “mira” cuando es consciente de su propio ver y de la cosa que ve (ob. cit. Cap. V La Ilusión de lo Real. p.131)
Por tanto, el primer paso consiste en efectuar el registro fotográfico del o de los objetos de interés, efectuando una o varias tomas en diversos ángulos.
El segundo paso me lleva a seleccionar los registros que considero más útiles al propósito planteado e imprimirlos para una mejor observación (generalmente en blanco y negro).
De dicha observación, realizo esbozos, no atendiendo a replicar la fotografía, sino a los efectos de trazar las líneas (curvas o rectas), los ángulos, delinear los contornos de las figuras geométricas que se encuentran ocultas o disimuladas a simple vista. También el orden que todos esos elementos tienen en sí y que llevaron a construir ese objeto (vivienda, escultura, etc.).
El cuarto paso, es ver si esos esbozos trazados mantienen o no una coherencia, una armonía y equilibrio que permita una composición pictórica que se exprese de manera acorde.
El quinto paso, va a depender o no del anterior. Ello, porque se presentan situaciones que permiten una ruptura más abrupta de la composición original, en tanto las figuras, los símbolos, los ángulos y ritmos de las líneas me llevan a obtener una transformación de la imagen primaria, resaltando lo que me parece esencial a la conformación de la misma.
El último paso, es siempre el color. Como dije anteriormente, el registro fotográfico lo imprimo en blanco y negro (la imagen original es tomada a color), porque los valores de grises obtenidos, también me aportan formas que pueden ser útiles al momento de la composición. Ello, obviamente, no implica que no tenga en cuenta los colores originales del objeto al momento de elegir la paleta que voy a usar en la composición. Como resulta obvio, este método carece de total originalidad. Por los años veinte y pocos, Theo van Doesburg fundó la Revista De Stijl y en uno de sus artículos denominado “De la naturaleza a la composición” (Notas sobre el desarrollo de una pintura abstracta) expresaba que la pintura no debe ser el fiel reflejo de uno u otro caso natural, porque en ese caso se estaría negando la libertad de movimiento a la pintura como tal. Y por ende, sería la muerte de la pintura. Pues, -y según su criterio- en esta libertad de movimiento se esconde precisamente el desarrollo de la pintura hacia la expresión plástica independiente del espíritu humano, porque la experiencia externa de la realidad no es capaz de expresar en una forma determinada la Verdad. Todas las artes tienen que solucionar el mismo problema y este es: la relación equilibrada de la armonía plástica. Según su entender, cuando se produce el conflicto entre naturaleza y espíritu o entre realidad y Verdad, lo último sólo puede ser expresado a costa de lo primero.
En este sentido, en 1918 y a partir de una fotografía (“mujer en el taller”), realiza siete reproducciones pictóricas, hasta llegar a la última que él denomina “Composición 16”. En esta secuencia se puede apreciar el proceso de liberación del espíritu de los lazos de la naturaleza. Ya, la primera diferencia se observa entre la foto y la primer reproducción, en donde el artista plasma pictóricamente esa realidad fotográfica pero desde su temperamento, su visión personal, ya sea acentuando los contornos y los planos o dando relevancia a otros objetos. Luego en la siguiente reproducción, comienza a destruirse la apariencia externa de formas y colores (primera transfiguración del Retrato-Composición), lográndose finalmente a una equivalencia estética de cosa y espacio, tras eliminar toda forma y color dominante. Llega a la abstracción, cobrando relevancia el plano y la relación de proporción de cada una de las partes con la proporción principal (CIRLOT, L. Primeras Vanguardias Artísticas. Textos y documentos. Cap. 7. Abstracción p.186-95)
El lente de la cámara fotográfica capta infinidad de detalles que al ojo humano en una primera mirada se le pueden perder. La captación -según Read- es el proceso de enfocar un detalle particular en el campo de percepción. Así la actividad sensorial sólo puede ver y oír, pero recién pasamos a “mirar” y “escuchar” cuando nos damos cuenta, cuando tomamos conciencia. La conciencia implica la unión de la sensación con lo sentido; de este modo, una persona “mira” cuando es consciente de su propio ver y de la cosa que ve (ob. cit. Cap. V La Ilusión de lo Real. p.131)
Por tanto, el primer paso consiste en efectuar el registro fotográfico del o de los objetos de interés, efectuando una o varias tomas en diversos ángulos.
El segundo paso me lleva a seleccionar los registros que considero más útiles al propósito planteado e imprimirlos para una mejor observación (generalmente en blanco y negro).
De dicha observación, realizo esbozos, no atendiendo a replicar la fotografía, sino a los efectos de trazar las líneas (curvas o rectas), los ángulos, delinear los contornos de las figuras geométricas que se encuentran ocultas o disimuladas a simple vista. También el orden que todos esos elementos tienen en sí y que llevaron a construir ese objeto (vivienda, escultura, etc.).
El cuarto paso, es ver si esos esbozos trazados mantienen o no una coherencia, una armonía y equilibrio que permita una composición pictórica que se exprese de manera acorde.
El quinto paso, va a depender o no del anterior. Ello, porque se presentan situaciones que permiten una ruptura más abrupta de la composición original, en tanto las figuras, los símbolos, los ángulos y ritmos de las líneas me llevan a obtener una transformación de la imagen primaria, resaltando lo que me parece esencial a la conformación de la misma.
El último paso, es siempre el color. Como dije anteriormente, el registro fotográfico lo imprimo en blanco y negro (la imagen original es tomada a color), porque los valores de grises obtenidos, también me aportan formas que pueden ser útiles al momento de la composición. Ello, obviamente, no implica que no tenga en cuenta los colores originales del objeto al momento de elegir la paleta que voy a usar en la composición. Como resulta obvio, este método carece de total originalidad. Por los años veinte y pocos, Theo van Doesburg fundó la Revista De Stijl y en uno de sus artículos denominado “De la naturaleza a la composición” (Notas sobre el desarrollo de una pintura abstracta) expresaba que la pintura no debe ser el fiel reflejo de uno u otro caso natural, porque en ese caso se estaría negando la libertad de movimiento a la pintura como tal. Y por ende, sería la muerte de la pintura. Pues, -y según su criterio- en esta libertad de movimiento se esconde precisamente el desarrollo de la pintura hacia la expresión plástica independiente del espíritu humano, porque la experiencia externa de la realidad no es capaz de expresar en una forma determinada la Verdad. Todas las artes tienen que solucionar el mismo problema y este es: la relación equilibrada de la armonía plástica. Según su entender, cuando se produce el conflicto entre naturaleza y espíritu o entre realidad y Verdad, lo último sólo puede ser expresado a costa de lo primero.
En este sentido, en 1918 y a partir de una fotografía (“mujer en el taller”), realiza siete reproducciones pictóricas, hasta llegar a la última que él denomina “Composición 16”. En esta secuencia se puede apreciar el proceso de liberación del espíritu de los lazos de la naturaleza. Ya, la primera diferencia se observa entre la foto y la primer reproducción, en donde el artista plasma pictóricamente esa realidad fotográfica pero desde su temperamento, su visión personal, ya sea acentuando los contornos y los planos o dando relevancia a otros objetos. Luego en la siguiente reproducción, comienza a destruirse la apariencia externa de formas y colores (primera transfiguración del Retrato-Composición), lográndose finalmente a una equivalencia estética de cosa y espacio, tras eliminar toda forma y color dominante. Llega a la abstracción, cobrando relevancia el plano y la relación de proporción de cada una de las partes con la proporción principal (CIRLOT, L. Primeras Vanguardias Artísticas. Textos y documentos. Cap. 7. Abstracción p.186-95)
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