De igual modo pude apreciar que mis lecturas iban dirigidas en idéntica dirección.
En este sentido, retomé las mismas, como una forma de hilvanar los conceptos que años atrás había adquirido y ahora partiendo de ellos ver si los había integrado o no. Vale decir; si realmente podía plasmarlos en mi expresión artística.
Las ideas que comenzaron a interesarme en aquel entonces fueron las referidas al arte abstracto, el alcance del mismo y cómo se desenvuelve, la validez de las antinomias figurativo-abstracto, y abstracto-concreto, la importancia de los símbolos, así como la incidencia del arte prehistórico en las vanguardias.
Todo ello en su momento, dio inicio a un proceso interior en la búsqueda de lo esencial.
Y como dice el poeta: “caminante no hay camino, se hace camino al andar…”, este sendero se fue conformando poco a poco, con el estudio teórico de lo que fue el “espíritu abstracto” a través de la historia (y protohistoria) y que fue nutriendo las distintas formas de expresión plástica en las que he ido incursionando.
Sigo recorriendo el sendero y disfrutando del viaje, descubriendo y redescubriendo y aceptando los retos que se presentan.
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